viernes, 11 de julio de 2008

Preclásico (1500 aC. – 100 dC.)


El paso de una vida centrada en la aldea hacia la condensación de la población en centros ceremoniales es el rasgo diagnóstico que define las sociedades del Formativo en Mesoamérica. Tal fenómeno se relaciona con ciertos procesos de especialización económica y con el fortalecimiento de unas elites que cimientan su autoridad y poder en el control de las relaciones sociales mediante el parentesco, los sistemas de producción y distribución de bienes y un carisma personal fraguado en la ideología y la fuerza armada (Piña Chán 1978, Earle 1997). Posiblemente la cultura más representativa del Horizonte Formativo en Mesoamérica sea la olmeca (1200 - 500 aC.). Localizada en las selvas tropicales de los actuales estados de Veracruz y Tabasco, la cultura olmeca excelió en la planificación de centros ceremoniales como San Lorenzo o La Venta y en la elaboración de una notable escultura de medianas y grandes dimensiones (Cyphers 1995).

Los olmecas se relacionaron profusamente con el resto de sociedades mesoamericanas de la época, difundiendo el característico estilo de sus representaciones artísticas. Su presencia se dejó notar en las culturas del México Central, Guerrero, Oaxaca o el área maya (Ochoa 1989: 63). Durante los siglos previos al inicio de la era cristiana, los olmecas desaparecieron. Su legado cultural perduró en muchas de las culturas mesoamericanas de finales del Horizonte Preclásico, tales como Cuicuilco (Valle de México), Monte Albán (Oaxaca) y El Mirador e Izapa (Guatemala)

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ÁREAS CULTURALES Y CRONOLOGÍA
















Mesoamérica englobó muy diversas culturas que se desarrollaron en espacios físicos muy distintos, así como en una vasta franja cronológica que abarcó cerca de 3.000 años de historia. Tal diversidad se ha sistematizado en función de los criterios del espacio y la temporalidad.
En consecuencia, podemos dividir la historia prehispánica de Mesoamérica en seis sub-áreas culturales y en tres grandes periodos.
Con referencia a las diferentes áreas culturales, éstas se han venido definiendo en función de las características geomorfológicas, étnicas y lingüísticas, así como materiales, que las identificaron en la antigüedad mesoamericana. Estas sub-áreas culturales son:

Centro de México. Se trata de una extensa región de altiplano situada a una altura promedio de 2.300 msnm. Se halla integrada por diferentes valles o mesetas de clima templado, subárido y árido. De entre ellos, el Valle o Cuenca de México, el Valle de Toluca, el Valle de Tula, el Valle de Morelos y el Valle de Puebla-Tlaxcala tuvieron los desarrollos socioculturales más importantes. La existencia de cinco lagos navegables y de una agricultura intensiva asociada a éstos propició que el Valle de México fuese un área neurálgica en el pasado prehispánico del México Central. Fue el solar donde se desarrollaron las culturas teotihuacana, tolteca o mexica-tenochca.
En la actualidad, el Centro de México se halla ocupado por los modernos estados mexicanos de Distrito Federal, México, Morelos, Hidalgo, Puebla y Tlaxcala.

Valles de Oaxaca. Ocupan la región central del moderno estado mexicano de Oaxaca. Es una extensa área que muestra una gran variabilidad medioambiental formada por zonas de clima subárido, valles templados, cuencas subtropicales y una franja costera tropical paralela al Océano Pacífico. Ante tal diversidad ecológica, el hombre prehispánico se adaptó de muy diversas formas, creando el gran mosaico de grupos etnolingüísticos que aún hoy hallamos en esta región de México. Durante la época prehispánica, las culturas zapoteca y mixteca fueron las más sobresalientes en Oaxaca.

Costa del Golfo. Región integrada por los actuales estados mexicanos de Tamaulipas, Veracruz y Tabasco. La cumbre nevada del Pico de Orizaba y los valles templados y calurosos que fluyen hasta los límites de los bosques tropicales que circundan las costas del Golfo de México asistieron al desarrollo de diferentes sociedades durante la época prehispánica. De entre ellas, las culturas olmeca, de Remojadas, de El Tajín y totonaca fueron las principales.

Área Maya. Guatemala, Belice, Honduras y El Salvador, así como los estados mexicanos de Campeche, Yucatán y Quintana Roo asistieron al florecimiento de una de las culturas más asombrosas y complejas de la América prehispánica: los mayas. Las antiguas sociedades mayas ocuparon una gran variedad de espacios físicos. De este modo, vivieron tanto en la calurosa costa del Océano Pacífico y en los valles templados del altiplano de Guatemala como en las tierras bajas tropicales del Petén y del río Usumacinta y las áridas sabanas de la península del Yucatán. Esplendidas ciudades como Tikal, Copán, Palenque o Chichén Itzá ejemplifican a la perfección el estilo de vida de la cultura maya prehispánica.

Occidente de México. El este de la República Mexicana (Guerrero, Michoacán, Sinaloa, Nayarit) se caracterizó en tiempos prehispánicos por una amalgama de sociedades que alcanzaron diferentes grados de desarrollo y que, de manera común, reconocemos con el nombre de culturas del Occidente de México. Zona rica en metales y ciertas piedras preciosas de tonalidad verde (serpentina y nefrita), fue altamente codiciada por la mayoría de las sociedades mesoamericanas. Culturas como la de Mezcala o la tarasca figuran como las más sobresalientes de las que se desarrollaron en el Occidente de México.

Baja América Central. La estrecha banda geográfica que bordea la costa del Pacífico desde El Salvador hasta el Golfo de Guanacaste en Costa Rica actuó como frontera meridional de la Mesoamérica prehispánica. Se trató de una zona altamente poblada por sociedades de diferente signo cultural que recibieron bienes, ideas y personas procedentes de regiones tan lejanas como el Centro de México. El oro, el algodón, así como otros tipos de productos tropicales, fueron el principal reclamo de estas tierras para el mundo mesoamericano.

Por otra parte, las seis sub-áreas culturales de Mesoamérica contemplaron la sucesión de diferentes sociedades complejas que se desarrollaron de manera ininterrumpida desde el 1500 aC. hasta el año 1519 dC.

El antropólogo Paul Kirchhoff (1943 1967) fue el primer investigador que acuñó el término de Mesoamérica. Bajo esta denominación, reconoció a una extensa área geográfica limitada al norte por las fronteras naturales de los ríos Pánuco y Sinaloa en México y al sur por una difusa línea fronteriza entre Guatemala y El Salvador. Desde el momento en el que se consolida la agricultura como medio de subsistencia fundamental (2500 aC.) en esta zona hasta la llegada de los primeros europeos en 1512-1519, las diferentes culturas que se desarrollaron en Mesoamérica compartieron diversas características comunes. Según P. Kirchhoff, éstas se pueden sintetizar en: un excelente manejo de los recursos agrícolas (principalmente, del cultivo del maíz) mediante diversas técnicas intensivas que posibilitaron la aparición de un excedente productivo, el uso de un instrumental agrario común, la importancia de las diferentes formas procesadas de maíz en la dieta prehispánica, vida sedentaria, patrón de asentamiento en vastos centros urbanos, alta especialización artesanal, importancia del mercado y del comercio local y a larga distancia, la edificación de grandes complejos rituales en los cuales las pirámides escalonadas sobresalen, una compleja cosmovisión e ideología –importancia del sacrificio humano y del llamado juego de pelota- y ciertos logros intelectuales, de los cuales la escritura, la astronomía y el calendario son los más importantes.